¿Podemos vivir en este mundo marcando la diferencia?
Total, yo sola no puedo cambiar nada, así que, para que voy a reciclar, para que voy a separar residuos, para que voy a reutilizar si es más barato volver a comprar la prenda o el artículo.
Seguro que ese pensamiento lo hemos tenido muchas personas, alguna habrá mucho más animosa a la que nunca se le ocurrió un pensamiento tal ¿verdad?
Pues a mi sí. Es una desesperanza tal la que te invade, cuando haciendo todo lo que tu conciencia te dicta, ves el mundo lleno de caos, de desconexión natural, de basura de todo tipo, pero podemos vivir marcando la diferencia, y además podemos hacerlo todo el tiempo en todos los aspectos de la vida.
La tierra quemada, abrasada, desertizada, las aguas contaminadas, el aire denso y casi irrespirable de las grandes ciudades dejan el corazón arrugado y angustiado.
En primer lugar por nosotras, las personas, que tendemos a la supervivencia, y, si vamos un poco más allá, yo, al menos me pregunto, que mierda de mundo estoy dejando no solo a mis hijas sino a todas las generaciones futuras. Este pensamiento de herencia me hace estar todo el día buscando la manera de vivir marcando la diferencia, aunque sea en algo minúsculo, efímero e invisible para el resto del mundo.
E imagino que sería si, al menos, la mitad de la población se pusiera no a reciclar, sino a reducir el consumo de productos plásticos y de un solo uso. Claro que habría empresas que cerrarían y personas que se quedarían en la calle y sin trabajo.
Nadie ha dicho que el cambio social y sobre todo de conciencia del ser humano pase por una varita mágica que todo lo solucione.
Toda la industria es reconvertible, estoy segura. Esa es una de mis esperanzas, que los productos que ahora son de un solo uso y de plástico, puedan ganar en usos y ser biodegradables de verdad. Hasta las empresas pueden producir marcando la diferencia.
No suelo consumir productos de un solo uso, pero hace tiempo que si tengo que hacerlo por alguna casualidad son de cartón. Y me dirás que hacer cartón gasta un montón de agua. Pues sí tienes razón. Pero siempre elijo el mal menor.
Marcar la diferencia en un mundo completamente individualizado no es fácil, ya que el cambio comunitario no lo observamos casi nunca y el cambio individual es complicado de conseguir.
Tendría que ser al revés me dirías, pero no. Una sociedad colectivista ya tiene definido lo que es bueno para la colectividad, así que si un miembro realiza un cambio positivo, es absorbido por la comunidad sin problemas.
En la sociedad individualista, el cambio, te lo tiene que meter por los ojos alguien famoso, normalmente, alguien a quién admires y que tengas dentro de la jerarquía social por delante de ti. Tan solo así escucharás el mensaje.
Porque si el mensaje te lo dan en la calle dos activistas con un díptico o una charla, y los consideras “perroflautas, hippies ecologistas”, y tú te ves ti misma por encima de esa “chusma”, y sí, soy así de cruda pero suele ser la realidad, no vas a hacer ni caso al mensaje, aunque sea el mismo.
Así que sí, todas las personas podemos marcar la diferencia, empezando por nosotras mismas. Si lo que quieres son aplausos y vítores cada vez que tiras el plástico al contenedor, aún no te duele Madre Tierra, no reciclas por conciencia.
Creo que podrás llegar a sentirla y hacer todo eso por amor.
Porque las personas que intentamos cuidar nuestro entorno lo hacemos por amor.
Al menos yo, lo hago por amor a Madre Tierra.
Mariam
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