Compartir es vivir

Centrada en la Tierra

 

Centrada en la Tierra es la traducción de Earth-Centered en inglés,

como referencia a las tradiciones espirituales donde la Tierra es donde vivimos,

es lo que comemos, es lo que somos.

 

La verdad, es que cuando comienzas un camino espiritual en un idioma que no es el tuyo, y tienes todos los conceptos integrados, traducir ciertas cosas, que más que conceptos son sentimientos, es tremendamente difícil.

Uno de los hashtags que usamos es #espiritualidaddelaTierra, pero sabemos que es concepto muy pobre para lo que vivimos y queremos compartir con todo el mundo.

Es una término usado por casi todos los paganos y neopaganos de habla hispana, y es un gran término, y, por supuesto, puede que defina sus caminos espirituales, pero no el nuestro.

 

Las tradiciones centradas en la tierra son tan antiguas como la humanidad misma y se han encontrado rastros entre los artefactos neolíticos que datan de hace 20.000 años. Estas religiones acumularon conocimientos que se transmitieron a generaciones de chamanes, líderes y practicantes. Conocimientos de curación, de construcción, de agronomía, de clima, de plantas y sus propiedades.

 

Solo hay que mirar las pirámides de Egipto, Chichen Itzá o las cabezas de la isla de Pascua, entre otras, para saber, que tuvieron que pasar muchas generaciones hasta que esas obras estuvieran completadas, por lo tantos, tuvo que haber trasmisión de conocimiento.

 

Cuando los cristianos comienzan a invadir con su religión desde el corazón de Roma, el resto del mundo, se encontraron con culturas que dieron por llamar politeístas, pero que en realidad no lo eran como tal. No entendieron, ni entienden, que muchas culturas, ahora mismo este grupo incluido, vemos espíritu en todo lo que existe.

 

El agua, las hojas, el viento, la piedra o la llama tiene espíritu y nos abrimos a ellos para recibir sus bendiciones.

 

espíritu de la naturaleza, nature spirit, landscape

 

Se puede ver desde Europa hasta Asia. Las religiones más ancestrales son caminos de fuerte conexión con todo lo que existe, caminando hacia el Misterio siempre.

 

La Tierra es cuna y ataúd, es principio y fin, y su sola contemplación produce sanación en el ser humano. No es que vivamos en la Tierra, es que somos Ella, somos naturaleza .

 

Estamos separados de Ella por nuestro cemento, hormigón y hierro, por todas nuestras ciudades, pero eso no significa que dejemos de ser naturaleza, cíclica y cambiante, y que, mucho del caos social e individual es la pérdida cada vez más grande, de los hilos que nos conectan con Ella, y que se fortalecen dentro del entorno natural.

 

La Tierra enseña, nace y muere como los seres humanos, se reproduce como nosotros, y renace eternamente, sin fin.

 

Desde esa perspectiva, nuestra tradición espiritual, completamente centrada en la Tierra, y que nosotras definimos como animismo, donde todo tiene espíritu, es la base de toda nuestra vida, en realidad es toda nuestra vida.

 

No hay afuera, al igual que el planeta, somos un conjunto no separado de la mujer que trabaja, que materna, que se va de cervezas o baila en la hoguera de Beltane. Somos todas ellas, y lo somos al mismo tiempo, porque una cosa no quita a la otra. No hay afuera, somos un todo unidas a un todo.

 

Las enseñanzas de las religiones centradas en la tierra ofrecen una forma de vida moral y ética que podría ser fundamental para ayudar a los humanos modernos a preservar nuestro planeta y vivir juntos en una comunidad cooperativa.

 

También podríamos obtener ideas más positivas de nosotros mismos si realmente creyéramos que la tierra es nuestro hogar, y si vamos un paso más allá, si creyéramos no, si sintiéramos que nosotros somos la Tierra sería como automutilarnos lo que hacemos, y nadie suele querer agredirse a sí mismo.

 

La Tierra es un gran ecosistema completamente vivo. Madre Tierra está viva para nosotras, y no atacamos a seres vivos. En la Tierra, todos comemos y somos comidos.

 

Esta es una plegaria, una oración del pueblo Ute, una de las Primeras Naciones que habitan aún en los Estados Unidos.

 

Tierra enséñame quietud

como la hierba se aquieta con la luz…

Tierra enséñame coraje

como el árbol que está solo…

Tierra enséñame resignación

como las hojas que mueren en el otoño.

Tierra enséñame regeneración

como la semilla que brota en la primavera.

Tierra enséñame a olvidarme

como la nieve derretida olvida su vida.

Tierra enséñame a recordar la bondad

como los campos secos lloran con la lluvia.

 

Todas las religiones centradas en la Tierra de los cinco continentes tienen plegarias y prácticas parecidas para vivir dentro de los ritmos y cambios de la Tierra.

No hay maestros humanos superiores, todo lo que necesitamos aprender está en la Naturaleza.

No se pide a ningún dios o diosa externo, que nos de dones de los que nos creemos merecedoras o los sobornamos en plan, si me concedes tal cosa, te pago tres misas, y esto es solo un ejemplo.

Aquí tan solo se pide la capacidad para ver el reflejo de la cualidad que estamos buscando en la naturaleza, en cualquiera de sus seres. Esta es una diferencia extrema entre el camino animista y muchos otros caminos paganos. Nos queremos convertir en hierba, siendo como ella, o en aire, y dejar los pensamientos quietos o moverlos, en semilla, sabiendo que después de morir se renace.

 

Este camino, que somos nosotras y somos en Ella y somos Ella al mismo tiempo, nos hace estar conectadas, no solo con la vida en este planeta, sino con todo el universo infinito, hasta llegar al Misterio, lo que la mente humano no entiende, el principio y el fin de todas las cosas, la materia y la antimateria.

 

Podría estar horas divagando sobre el Misterio y sería incapaz de acercarme tan siquiera a una definición o unas nociones, porque el Misterio no puede ser nunca definido por palabras humanas, tan solo puede ser experimentado.

 

Tan solo mirando a una hermana que ha entrado en el Misterio como tú, tan solo mirando a los ojos sin hablar, eres capaz de comunicarte y de saber que estuvimos conectadas a lo mismo.

 

Siempre os vamos a animar a salir al mundo natural, salvaje, no domesticado por la mano del hombre.

A que lo dejes según te lo encuentres, nada de ir arrancando ramas, hojas o flores.

 

Anda con respeto y en silencio, estás en un hogar, pero estás en un templo sagrado, el gran templo y hogar en el que vivimos.

 

Si no ensucias tu hogar, no ensucies el hogar de todas las personas.

 

Las personas que vivimos centradas en la Tierra, vivimos en un rito constante, aunque haya ritos mayores, como el nacimiento y la muerte. Y de esta última, la perspectiva animista centrada en la Tierra tiene mucho que aportar.

 

Ya no sabemos morirnos, y, por lo tanto, no sabemos vivir, porque estamos todo el tiempo pensando en como no morirnos, y así se nos pasa la vida, sin haber vivido intensamente.

Pero de eso hablaré con mucha más profundidad en otro post.